El juez Santi Vidal ha recibido una sanción de tres años. El Consejo General del Poder Judical lo ha apartado de la carrera judicial en ese lapso por redactar una Constitución de Cataluña. Vidal ya se había caracterizado por sus manifestaciones a favor del proceso de independencia de Cataluña, y había participado en actos y tertulias mostrando su defensa del proyecto soberanista. Pero no ha sido hasta ahora, al acogerse el poder judicial a un hecho tangible, como es la elaboración de una Constitución para un estado catalán, cuando Vidal ha recibido un auténtico varapalo.
En el programa Divendres, de TV3, se pudo debatir esa circunstancia, con el propio Vidal. El juez admite que era consciente del riesgo que corría, y que los argumentos, como los del catedrático de Derecho Constitucional, Enric Fossas, en contra de su actuación, se podrían compartir en un país normal. Pero que, precisamente, ese es el problema, porque para Vidal no estamos en un país normal que no deja que los catalanes se puedan pronunciar sobre si quieren ser o no independientes de España.
Y ese es otro error, el principal, en todo el debate sobre el soberanismo que se ha establecido en estos tres últimos años. España es un país normal, con unas reglas de juego. Y una parte ha tratado de vulnerarlas, al entender que se podía desgajar de ese estado, simplemente porque una parte mayoritaria –que se ha demostrado que no lo es tanto– así lo pretendía. Es lo que Josep Antoni Duran Lleida trata de defender, con más o menos acierto.
Con las elecciones en Grecia se está comprobando una cuestión que, a priori, es polémica. Los griegos han votado mayoritariamente a favor de cambiar las reglas del juego en su relación con las instituciones europeas, para negociar de otra forma los préstamos que necesita de forma urgente. Pero existen tratados europeos, y las opiniones públicas del resto de estados también cuentan. Se llegará a un acuerdo, pero no basta con que los griegos hayan votado a una fuerza política que reclama replantear lo firmado anteriormente.
El bloque soberanista en Cataluña sigue jugando a esa idea de anteponer la supuesta democracia con las leyes de España. Y el juez Vidal asegura que, “como no es un país normal”, puede elaborar constituciones para un estado catalán en sus horas libres y participar en debates a favor de la independencia.
El Consejo General del Poder Judicial se ha pasado, tal vez, al dejar al juez tres años en el dique seco, –a la espera de lo que suceda con el recurso que presentará– pero lo que no es muy normal es que un juez se dedique a esos menesteres, máxime cuando existe un precedente en el que él mismo erró al interpretar una opinión consultiva del Tribunal de Justicia Europeo de la Haya sobre la declaración de independencia de Kosovo.