El verano ya no es como los de antes. Es un tópico. Porque, ¿qué se quiere decir cuando se señala ‘como los de antes’? En cualquier caso, es evidente que las nuevas tecnologías no permiten, por muchos esfuerzos que se esté dispuesto a realizar, permanecer ajeno a todo lo que está sucediendo en las últimas semanas. Pero el verano también ofrece oportunidades para la reflexión, para analizar lecturas recientes, o para recuperar textos que ahora son más que oportunos.
Apuntaba Vicens Vives en España contemporánea (1814-1953), el libro que publicó El Acantilado en 2012, –el título original era L’Espagne— que el catalanismo político fue la consecuencia de dos decepciones: la de los republicanos federalistas y la de los carlistas. Si Valentí Almirall representó a los primeros, con Lo catalanisme (1886), Torras i Bages abordó la segunda, en La Tradició catalana (1892). Desde el punto de vista económico, ese catalanismo nació de la mano de Fomento del Trabajo Nacional –la actual Foment—que luchó en contra de la política librecambista de las dos primeras décadas de la Restauración.
Y es que Fomento lograría, posteriormente, una de las medidas que más ha ayudado históricamente a Catalunya para poder desarrollar su industria –la gran diferencia respecto al resto de España–, porque el proteccionismo fue decisivo para el conjunto de la economía catalana, algo que el actual soberanismo debería tener más en cuenta.
El punto que deberíamos retener es que Catalunya quiso salvarse a sí misma, pero también a España, con el intento de modernizar sus estructuras. Vicens Vives, como Cacho Viu en El nacionalismo catalán como factor de modernización, sostiene que “el regionalismo no negó a España, en tanto que realización histórica. Lo que negó fue la interpretación dada de su historia por el liberalismo centralizador, la obligación para el país de marchar al mismo paso que Castilla, y las consecuencias políticas y económicas que se derivaban de ello”.
Esas reflexiones abordan las últimas décadas del siglo XIX. Del análisis de lo que ocurrió posteriormente se podrá entender mejor o peor lo que sucede ahora. Es decir, para quien niegue que no ha pasado nada desde entonces, el independentismo estaría justificado.
Cacho Viu, un autor que se debería conocer mucho mejor en Catalunya –y que deberían leer los soberanistas, aunque Jordi Pujol lo conoce en profundidad—consideró que el nacionalismo catalán había ganado la partida.
Porque, a pesar de las deficiencias, y de los problemas de todo orden que presenta España, no se puede dejar de lado la enorme transformación de todo el país, incluyendo a Catalunya. Y, en todo caso, los defectos no son mayores en el resto de España, como se acaba de comprobar con los casos de corrupción en Catalunya, entre ellos ni más ni menos que el del President Jordi Pujol, con su cuenta no declarada en Andorra.
Por tanto, los argumentos del independentismo sólo pueden obedecer a un voluntarismo, a un “porque sí”, del todo respetable, pero con ningún añadido moral.
El caso es que el movimiento soberanista está hecho un lío. De tal calibre que representantes importantes, como Toni Soler, llegan a sostener principios por lo menos sospechosos. Se queja Soler de que le ha llovido todo tipo de críticas, e, incluso, insultos, por defender ideas como éstas: “Construiremos un país para todos, claro, pero me gustaría pensar que, si tenemos éxito, los oportunistas recibirán el trato que se merecen cuando intenten hacerse la fotografía al lado de los vencedores”.
Es decir, Soler recela de los falsos soberanistas, de los que se acercan al movimiento por si tiene éxito, y les advierte. ¿Qué tipo de “trato” recibirán, Soler? No es de recibo. Porque si se recela de los “oportunistas”, qué se dispone para los ‘no soberanistas’?
Se trata de la desorientación que impera en todo el colectivo soberanista. Y en la falta de proyectos políticos serios que sufre Catalunya.
La realidad se ha tergiversado, se explican las cosas a conveniencia, se exageran las dificultades, y se prefiere demonizar esa España que se sigue viendo como el proyecto de Castilla, sin admitir que el avance ha sido enorme, que estamos en otro momento de la historia, y que la paradoja es que todo eso se ha debido en gran medida al esfuerzo del catalanismo político. Esa Catalunya moderna ganó, y de ello se beneficiaron todos, pero en Catalunya nunca han gustado las victorias.
Esa es una gran anomalía local.
Manel,
Soy Quim Dodero
Me ha gustado tu artículo. Estoy de acuerdo en casi todo. Creo que Más , el pijo President, no sabe como bajarse de la burra.Cómo era previsible a poco que uno conozca la historia :la gran burguesía catalana nunca ha querido el independentismo.El día después de la impugnación de la ley y la convocatoria ,sin alguien intenta colocar unas urnas pasando de todo corren el riesgo de la suspensión de la autonomía.Algún loco de ERC piensa en un planB que sea proclamar la república catalana desde algún Balcón de la Plaza Sant Jaume?. Espero que no . De momento ERC creo que están quedando como unos oportunistas.Estoy alucinando de lo que hacen Soler y sus amiguetes, cómo llamarnos a los Fede ralistas de verdad: Unionistas.Utilizar este termino propio del conflicto irlandés es una irresponsabilidad política y social.En su rabieta no sé donde pretenden llegar.Alguna gente nacionalista al ver el caso Pujol y su clan se han quedado estupefactos.Están como desinchados. Alguien cree que elevando el tono, la demagogia y la crispación se va ha quedar con una porción del electorado catalanista. El PP encantado con el rollo y el caso Pujol.Tapan su míserable obra de Gobierno y trasladan el ruido de la corrupción a Catalunya.No sé tengo la sospecha que lo de Pujol era un secreto a voces desde hac e años.Por qué salta ahora?.Algunos sabemos como los CIU jugaron con el caso turismo y lodilataron, con la complicidad del PP.Como hicieron desaparecer las pruebas y como manipularon la sindicatura de. cuenntas el síndico del PP Mariano Nicolás hizo lo ‘imposible para dilatar el Informe final.
Confiemos en la sensatez de una parte significativa de la población.Me preocupa lo que están dispuestos ha hacer los que han empujado a un camino sin salida a un sector de la población.Las burradas tipo Soler que bien has contestado replicado.
Que momento social y políco nos ha tocado vivir.
Puestos a decir un boutade veraniega: el nacionalismo,español y catalán, son el opio del pueblo.
Puestos a decir boutades: «Apoya al independentismo: una idea que ha perdurado durante tantos años, que ha convencido a tantos, sobre todo en estos últimos años, y que irrita tanto a Madrid no puede ser errónea.
La reivindicación catalana tiene mucho que ver con lo que representa Cataluña como pueblo, es decir, la existencia de Cataluña como sujeto político. Escocia o Gales son sujetos políticos, no oficiosos, pero son reconocidos como países, algo que provoca que por ejemplo durante mucho tiempo nunca hayan estado preocupados en competencias ni en temas económicos. Valencia tiene el mismo agravio comparativo económico que Cataluña pero allí no se pide la independencia ¿por qué? porque la identidad valenciana está mucho más identificada con la española que la catalana. Los catalanes en un alto porcentaje son catalanes porque tienen un discurso histórico del que se sienten en parte orgullosos y del que son conscientes. Saben que tienen una lengua y unas instituciones mucho más antiguas que las de España como reino. Es decir, Cataluña dentro de España es la autonomía más conservadora en lo que respecta a sus instituciones que pueda haber, más que Navarra o el País Vasco. Eso provoca que, un pueblo consciente de su cultura e historia singular, cuando vienen mal dadas se ponga a la defensiva y reclame estas cosas. Este tipo de problemas necesitaría un análisis más sesudo pero lo básico creo que es eso, por mucho que digan los nacionalismos de izquierdas que el völkgeist no es su leitmotiv. Murcia en circunstancias similares jamás pediría la independencia de España. España ha sido modernizada por Cataluña, es cierto, pero si pensamos que España es un país unitario mal vamos. Hay errores que limar por las dos partes.