Jugó Chile contra España en el Mundial de Brasil, y perdió España, la todavía campeona del mundo, con su estrella en el pecho de la camiseta. El partido, que acabó con la victoria de los chilenos por dos goles a cero, encierra una gran lección. No se trata de fútbol, que también. Se trata, fundamentalmente, de un combate por la formación, por la organización de las administraciones públicas, por la educación superior de las élites, de los gobernantes.
Chile está sorprendiendo al mundo. Hay lecciones del pasado que se abordarán en otro momento en este blog. Lo interesante ahora es ver cómo ha logrado tener gobiernos muy formados que, ciertamente, acaban implementando mejores políticas.
Lo explica Luis Garicano, en su libro El dilema de España (Península, 2014). En uno de sus capítulos más interesantes, titulado no por casualidad como No listen the ask, explica que Chile ha tratado de poner en marcha políticas inteligentes, basadas en la evidencia. Con una “impresionante élite gubernamental”.
En los Gobiernos de la Concertación, la coalición de centro izquierda que gobernó Chile entre 1990 y 2009, en su última etapa, entre sus ministros había tres doctores en Economía por universidades norteamericanas: Andrés Velasco, Columbia; Marcelo Tokman, Berkeley; y René Cortázar, MIT. También figuraba Claudia Serrano, doctora en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Tres miembros con un máster cursado en el extranjero (Harvard, John Hopkins y Heidelberg), otro con una licenciatura en Washington y otros con másters cursados en Chile.
Garicano ejemplifica todo ese esfuerzo de formación en Andrés Velasco, que, a pesar de recibir enormes críticas, como ministro de Economía, supo aguantar el tipo y resistir manifestaciones. Los precios del cobre se llegaron a cuadriplicar. Pero, lejos de gastar el dinero que comenzó a llegar, Velasco estableció un fondo de reserva que llegó a equivaler al 15% del PIB de Chile, que se dice pronto. Eso tiene mucho mérito, incide Garicano, porque se trata de una suma enorme en un país que todavía tiene grandes carencias sociales. Velasco, en definitiva, resistió.
Y llegó el invierno. Y llegó la crisis, con un descenso del precio del cobre. Pero Chile pudo financiar el plan de estímulo más grande del mundo, dotado con una cantidad equivalente al 2,8% del PIB. Los planes anticrisis se aprobaron, y Michelle Bachelet dejó el poder con unos índices de popularidad nunca vistos, lo que explica que ahora que sea, de nuevo, presidenta del país.
Velasco contribuyó a que el Gobierno de Chile ganara un enorme prestigio. Él lo tiene como economista de primera línea, doctor por la Universidad de Columbia, catedrático de Harvard y autor de publicaciones de referencia.
Todo aquello no fue flor de un día. El siguiente Gobierno de Chile, de la Coalición por el Cambio, de centro derecha, superó todavía más la formación del anterior gabinete,
¿Y dónde está España? El último Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero estaba integrado por un único miembro con estudios de postgrado en el extranjero, y cinco doctores por universidades españolas, con pocos conocimientos, en general, de lenguas extranjeras. El Gobierno actual, que preside Mariano Rajoy, presenta características similares. Sólo hay un miembro con estudios de postgrado en el extranjero. Se trata del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, máster en Derecho por Harvard.
Se trata de un gabinete tradicional en España, con responsables políticos que han hecho carrera en la Administración, que han vivido siempre, profesionalmente, con una gran seguridad, que apenas han salido al extranjero, que no hablan lenguas extranjeras.
Garicano se pregunta si todo ello es importante o no. Y la conclusión no precisa respuesta. Es determinante, porque los responsables políticos deben tomar decisiones, y todas ellas tienen consecuencias. Y si se pide a la sociedad esfuerzo, sacrificio, con la cantinela de que la formación es crucial es sus vidas, los que llevan las riendas de un país no pueden ser menos.
Y Chile está demostrando al mundo que es posible, y que ese esfuerzo en las élites repercute luego en el conjunto de la sociedad chilena. Que se lo pregunten a Velasco.
Los dos goles, por tanto, habrá que asumirlos, uno en la cancha de fútbol, y el otro en las aulas.