El discurso está bien trabado. Por ello recoge apoyos de la izquierda catalanista y de la derecha nacionalista. Los sindicatos, CCOO y UGT, lo defienden con convicción, y se basa en una afirmación que, aparentemente, no admite disputa: el avance en el terreno nacional, supone un avance en el terreno social. Así de sencillo. Es decir, que el movimiento soberanista en Catalunya nos llevará a altas cuotas de bienestar social, siguiendo los modelos escandinavos.
Los líderes de CCOO y UGT en Catalunya, Joan Carles Gallego y Josep Maria Álvarez, defendieron esa tesis en El Debat de la 1, en TVE, esta semana, en el que participó el autor de este blog. A los dos dirigentes sindicales se les acusa de situarse al lado de las entidades soberanistas, como la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural. Han realizado actos recientes con ellas, reclamando el derecho a decidir. Álvarez sostiene que, si se realiza un repaso por la historia, cada vez que Catalunya ha aumentado su autogobierno, ha dispuesto de mayores instrumentos para aumentar el bienestar de su población.
Perfecto. Pero eso no parece que sea ahora tan claro. No parece que se pueda establecer una ecuación matemática que relacione las dos cosas. Y quien lo ha puesto en entredicho, al margen de fuerzas políticas como el PSC, –que sigue sin entender que hace la UGT de Catalunya entregada al derecho a decidir y al proyecto político que impulsa CiU y ERC– es la presidenta de la Mesa del Tercer Sector Social, Àngels Guiteras. Considera Guiteras, que trabaja día a día con las personas que más atención necesitan, que la prioridad en estos momentos debería ser ese avance social.
Guiteras no cuestiona que con mayores instrumentos institucionales se pueda mejorar la cohesión social, pero duda de que en un estado independiente esa fuera la prioridad. Puede ocurrir que en una Catalunya independiente la clase dirigente –en su gran mayoría más liberal que la media de la población catalana– decidiera una reforma fiscal a la baja que dejara a la Generalitat con menores recursos que ahora.
Guiteras sostiene que para que fuera creíble que lo nacional y lo social van unidos, “se debería dar la misma prioridad a la reivindicación de los derechos sociales que a los derechos nacionales”, y eso, a su juicio, no está ocurriendo para nada en el llamado proceso soberanista, aunque líderes como Oriol Junqueras insistan en ello.
Sostiene la responsable de la Mesa del Tercer Sector Social que se repite “el ‘mantra’ neoliberal de que ‘no hay dinero para políticas sociales’ y se desplaza a un hipotético futuro, afirmando que solo habrá recursos para las políticas sociales cuando podamos administrar nuestra hacienda nacional”.
Lo que se denuncia es que el Govern de la Generalitat no se ha planteado, como única prioridad, atender a los colectivos más necesitados. Y plantea Guiteras un punto concreto, emplazando a toda la clase política:
“Buscar con perseverancia y actitud integradora un gran pacto social de todo el Parlamento y toda la sociedad, similar al del derecho a decidir. Este pacto debería buscar un denominador común de medidas de inversión social para rescatar a las personas desahuciadas, garantizar una renta mínima ciudadana y garantizar el acceso universal a los bienes considerados básicos y esenciales”.
La cosa, por tanto, no está tan clara. El movimiento soberanista se relaciona con la izquierda, porque, aparentemente, Esquerra Republicana es un partido de izquierdas y empuja más que nadie ese proyecto independentista, con CiU como comparsa.
Pero que el independentismo se relacione con una idea progresista se deberá demostrar. Deberían, vaya, demostrarlo.
Guste o no, si algo parece claro y contrastado es que el soberanismo catalán es un movimiento transversal.
Otra constatación es que en todas las elecciones celebradas en Cataluña desde el final del franquismo han venido siendo más votadas las opciones de izquierdas que las de derechas, y que eso se verifica en Cataluña y no en el resto del estado.
Es lícito pues inferir que las posibilidades de que los gobiernos de una eventual Cataluña independiente practiquen políticas de izquierdas son elevadas. Y en todo caso, lo son más que bajo el actual statu quo.
En todo caso, el contraste existente entre la derecha catalana, de carácter europeo, de base industrial, cultivada y con valores, y la gusanera madrileña formada por terratenientes, rentistas, altos funcionarios, y pelotas de todo tipo es absolutamente abismal.