El movimiento independentista sigue con su guión, muy bien trazado, pero sabe que no tiene una salida clara. En realidad, es más un instrumento para poder conseguir un fin, que es una relación más satisfactoria con el resto de España. No lo es para todos, porque existe un porcentaje importante que no quiere alternativas, ni subterfugios, que quiere nada menos que la independencia de Catalunya y asume todas las posibles consecuencias.
El grueso de la sociedad catalana, sin embargo, querría una relación diferente con el centro político español, por decirlo de otra manera. Querría, como ha llevado defendiendo el catalanismo político desde hace más de un siglo, una relación singular dentro de España. Esa relación bilateral es difícil de conseguir en estos momentos, porque, desde la transición, se generalizó un proceso que ha creado elites políticas en las distintas regiones, hoy autonomías. Fue Ortega y Gasset quien, en la discusión sobre el Estatut de Catalunya de 1932 defendió un estado de las autonomías, con un argumento realmente interesante.
Lo hizo para despertar las economías locales, para que se constituyera un dinamismo económico que pudiera hacer de España un país más equilibrado. Su viejo proyecto vio la luz mucho más tarde, tras una dictadura cruenta en sus primeros veinte años, y autoritaria después, pero que buscó el impulso de una incipiente clase media –necesaria e imprescindible para consolidar una democracia en el futuro—y una transición con claros y oscuros. Y ese equilibrio se ha producido, aunque algunos territorios, como el catalán, han ofrecido mucho. Pero sigue siendo uno de los motores del conjunto.
A pesar de las dificultades, y de que esa relación bilateral sea ahora muy complicada, hay que busca el acomodo con un proyecto que incorpore elementos federales.
El Gobierno de Mariano Rajoy, sin embargo, parece empeñado en no querer ver la realidad. No se trata del President Artur Mas, ni de Esquerra Republicana. Se trata de una gran mayoría de la sociedad que querría una salida cuanto antes, porque la actual situación lo que provoca es un enquistamiento, y un bloqueo que potencia las posiciones extremistas.
De todo ello se discutió en el programa Al Vespre de la La Dos, que se puede ver con un clic en el fotograma, junto a Ignacio Martín Blanco.