La Moncloa, por Diego Crespo, La Moncloa, vía Flickr

La Moncloa, por Diego Crespo, La Moncloa, vía Flickr

Ghostbusters!! Los Cazafantasmas, ¿se acuerdan? Aquella comedia de los años ochenta, que protagonizara Bill Murray y Sigourney Weaver. El próximo año se comenzará a rodar su tercera parte. Veremos si el público responde. Pero lo que necesitamos saber, y antes de que acabe este año, es si España atrapa a sus propios fantasmas, antes que nadie. Porque necesita hacerlo para ofrecer una imagen que permita a la economía española salir del pozo.

Ese fantasma es ahora el posible recorte de ráting que pudiera llegar de la mano de Standard & Poor’s (S&P) o de Moody’s. Si las dos agencias de calificación recortan la deuda de España –no hace falta ahora insistir en los errores que han cometido en los últimos años, aunque habrá que hacer alguna mención a los excesos del sistema financiero en las próximas líneas—, la repercusión puede ser leal para el futuro del país, con una subida de la prima de riesgo y forzando la intervención del BCE.

La racionalidad indica que España ha superado su peor situación desde hace un año, cuando, justo en julio de 2012, la rentabilidad del bono español a diez años alcanzó el 7%. Ahora está en el 4,72% y el Tesoro, aunque pagando un interés algo más alto en los dos últimos meses, ha colocado ya el 70% de todo lo que necesita en 2013. En las últimas emisiones de deuda, además, han concurrido inversores extranjeros, con lo que ha dejado de ser cierto que sólo adquirían deuda pública los bancos españoles.

¿Qué han constatado las agencias de calificación en los últimos meses? S&P ha calificado la deuda española con una nota BBB-, el equivalente a Baa3 de Moody’s. Se encuentra, por tanto, a un solo escalón del bono basura. Pero, precisamente, llevar esa nota más lejos, dar el paso necesario para degradar la deuda española a bono basura, debería estar justificado por algún elemento de grandes dimensiones, por alguna cuestión realmente grave. ¿Se puede producir ese elemento? ¿Está a las puertas de que pase?

Para muchos fondos sería también un desastre, porque algunos, obligados por sus estatutos, deberían vender la deuda adquirida, ya que sólo tienen el permiso de invertir en títulos de grado de inversión. Además, la propia S&P acaba de confirmar las notas de NCG Banco, Banco Sabadell y Banco Popular, y ha decidido mejorar la perspectiva de la calificación de Bankinter.

Los expertos y analistas consideran que la evolución macroeconómica de España es positiva, que las reformas que ha pedido la troika, –la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI—están en marcha, y que hay elementos que están sorprendiendo por su particular evolución positiva como el sector exterior, con empresas exportadoras que muestran una gran competitividad, por encima, en estos momentos, de países como Francia.

Sin embargo, los fantasmas existen. Y hay que ir a por ellos, no ignorarlos, no pensar que son producto de la imaginación, aunque no nos guste nada estar pendientes de dos agencias de calificación que no estuvieron a la altura cuando hubiera sido vital que lo estuvieran antes de la crisis financiera, que explotó en el verano de 2007.

Y el gran problema es que los planes de austeridad, pese a las críticas recibidas, pese a la apariencia de que han arrasado con todo, no surten efecto. La deuda española bordea ya el 90% del PIB, y estará muy pronto por encima del 100%. Si no hay crecimiento económico, la deuda no descenderá. O dicho de otro modo: si el gasto público no desciende, por lo menos, un punto menos que el PIB, no se puede reducir deuda. Y eso, ese horizonte, no parece cercano. Eso es lo que perciben las agencias internacionales de ráting.

Si el gasto público en España representaba el 45% del PIB cuando abandonó la Moncloa el último gobierno socialista, a finales de 2011, ahora es del 47%. Es decir, no va a menos, va a más. La deuda no se reduce, y el Gobierno, aunque aplica medidas de austeridad, no ataca la estructura del gasto, sino que parchea la situación, buscando nuevos ingresos, a través de una subida impositiva.

Wall Street, by Dan Nguyen, vía Flickr

Wall Street, by Dan Nguyen, vía Flickr

Desde Europa se le ha dicho a España que ese no es el mejor camino. El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, el hombre de las “palabras mágicas”, porque sólo advirtiendo que el BCE comprará deuda en el mercado secundario ha logrado calmar las aguas en los mercados, situando la prima de riesgo española entre los 300 y los 310 puntos, se ha expresado con claridad: es mejor reducir el gasto, sin subir impuestos, o, en todo caso, tratando de rebajar algunos.

Ese es el fantasma, que hay que cazar desde la racionalidad. Todo lo demás, está relacionado. Las advertencias del FMI y de la troika, en su tercer informe sobre las ayudas al sistema financiero español, van en esa línea. Si la situación económica global no mejora, los bancos sufrirán, y éstos, al tratar de restringir aún más el crédito, empeorarán la situación, creando un círculo vicioso de fatales consecuencias.

Al final, lo prometido. Las agencias de ráting deberían ser respetuosas y modestas. Greg Smith, el analista de inversión de Goldman Sachs que escribió una carta en The New York Times en la que explicaba por qué decidía abandonar el banco, ha dejado unas perlas maravillosas –por no decir tristes y lamentables—en su extraordinario libro Por qué dejé Goldman Sachs (Deusto, 2013). Cerramos con él para que reflexione quien se sienta aludido:

“Todo aquello era demasiado. Hacía unos años habíamos aconsejado a Grecia la manera de cubrir su deuda operando con un derivado. Ahora que nos había salido el tiro por la culata, les estábamos indicando a los hedge funds la manera de aprovecharse del caos griego; y, al otro lado de la muralla china, nuestros bancos de inversión intentaban obtener contratos de los gobiernos europeos para asesorarlos sobre cómo arreglar el desaguisado”.

La alarma, pese a todo, está encendida, pero seamos racionales, todos, y cumplamos las tareas que nos corresponden. Los gobiernos, el sistema financiero, y también las agencias de ráting.

Publicado en http://www.voceseconomicas.com/