La situación se ha complicado de forma notable. Los alemanes tienen una expresión para describir un momento duro y complicado: “Die Kacke ist am dampfen”, que, traducido al castellano, sería algo así como: la mierda echa humo”. Para España es realmente así. Las medidas aprobadas por el consejo de ministros, anunciadas por el presidente Mariano Rajoy en el Congreso, pueden llevar a España al desastre, porque el gran problema es la falta de actividad económica, que hunde los ingresos del Estado. Con mayores recortes, menores ingresos, lo que provocará mayor presión para nuevos recortes, y eso conduce, con gran probabilidad, al escenario griego.

Es, tal vez, lo que está persiguiendo Alemania, si atendemos a sus peculiaridades culturales, que traslucen sus historias del folklore popular. El escritor y ex bróker de Salomon Brothers, Michael Lewis, recoge en su libro Boomerang (Deusto, 2012) los intentos de diferentes expertos por entender el comportamiento colectivo de los alemanes. El antropólogo norteamericano Alan Dundes lo hizo a través del folklore alemán y lo explicó en su libro Life is Like a Chicken Coop Ladder (La vida es como la escalera de un gallinero). Y lo que descubrió Dundes es la reiteración en las historias de palabras relacionadas con la suciedad y la mierda: Scheisse (mierda); Dreck (suciedad), Mist (estiércol), Arsch (culo)… Existe un famoso personaje popular alemán al que llaman Der Dukatenscheisser (el que caga monedas de oro), al que representan sacando monedas por el trasero. Gutemberg, después de publicar la Biblia, intentó publicar un programa de laxantes que denominó “Calendario de purgantes”. El padre del protestantismo, Martin Lutero, se definió a sí mismo de una forma peculiar: “Soy como una caca madura y el mundo es un ano gigantesco”.

En definitiva, y sin más ejemplos, y siguiendo el argumento que traza Michael Lewis, a los alemanes les gusta estar con los detritos, pero no en ellos. Y eso puede describir muy bien el papel de Alemania en la actual crisis financiera. Catalunya, curiosamente, es también muy escatológica, y ello nos llevaría a otro debate, sobre el por qué de las simpatías de muchos economistas y políticos catalanes con Alemania.

Pero volvamos. Los grandes bancos alemanes estuvieron totalmente implicados en la estafa de los títulos financieros que empaquetaba Wall Street. (El Commerzbank compró en 2009 el Dresdner Bank, los dos cargados de activos tóxicos, una fusión que precisó del rescate del gobierno alemán). Fueron los banqueros alemanes los que compraron bonos tóxicos allí donde los ofrecieran, aunque, es cierto, que los ciudadanos alemanes no quisieron, en ningún momento, emborracharse de crédito, como si lo hicieron los irlandeses, los griegos o los españoles.

Por tanto, y esto sigue siendo muy importante, ¿quién fue más responsable en la crisis que nos atenaza? Alemania no se ensució en su conjunto, pero sí lo hicieron sus bancos en el exterior, con un manguerazo de crédito sin hacer muchas preguntas. Los bancos mudaron de piel: de ser bancos alemanes tradicionales pasaron a ser norteamericanos, con una desatada pasión por el riesgo.

Con lo que la situación se podría describir de la siguiente forma, que coincide, en gran parte, con la visión que tienen los griegos (que no son ningún ejemplo de nada, por cierto):

La crisis de la deuda que está llevando a España a la ruina, y amenaza también a Italia, puede verse como un sofisticado intento –y aquí hago mío el argumento de Lewis- por parte del gobierno alemán en nombre de sus bancos de recuperar su dinero sin informar de lo que realmente quieren hacer. El proceso parte del gobierno alemán, que ofrece recursos al fondo de rescate de la Unión Europea, para que éste le dé dinero al gobierno irlandés –lo ponemos de ejemplo, pero piensen en España- de forma que el gobierno irlandés le pueda ofrecer ese dinero a los bancos irlandeses para que éstos, a su vez, devuelvan los préstamos que recibieron de los bancos alemanes.

¿Les parece razonable?

¿Le gusta a Alemania realmente ver cómo se van ensuciando sus socios de la zona euro? ¿Les gusta que queden atrapados en el lodo?

Lewis recuerda que a los alemanes les encanta ¡la lucha femenina en el barro!