La crisis va para largo. La situación de muchos trabajadores y de personas en paro empeora. No fluye el crédito y sólo la temporada estival puede aliviar un poco las cosas. Los ciudadanos piden gestos, a la selección española de fútbol, para que contribuya con las primas obtenidas, pero principalmente los reclaman a los políticos. Desean de ellos comportamientos austeros. Y algunas imágenes no ayudan. Al candidato Daniel Sirera, ex diputado del PP en el Parlament, propuesto para formar parte del Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC), junto con Roger Loppacher y Salvador Alsius, -los tres comparecieron el pasado lunes ante  la comisión de asuntos institucionales del Parlament para que los grupos valoraran su idoneidad- se le vio ayer mismo circulando en un Mini descapotable marrón por el centro de Barcelona, sin prisas, con sus dos hijos.

Es, tal vez, una anécdota. Los políticos en este país han sido objeto en muchas ocasiones de críticas despiadadas, y se debe repetir, tantas veces como sean necesarias, que no están bien remunerados si pensamos en los salarios de las empresas privadas y las realidades del entorno europeo. Pero Sirera es en estos momentos objeto de la crítica y el debate, porque su elección para ser miembro de CAC ha resultado una sorpresa, al ser un político que tuvo importantes responsabilidades al frente del PP de Catalunya, cuando se entiende que los miembros del CAC deben ser expertos en el análisis y la gestión de los medios de comunicación.

¿Es un Mini descapotable un coche excesivo? Tal vez no. ¿Sirera prentendía que le vieran en la calle? Algunas personas se quedaron mirándole. Mira, mira, es un político, decían, pero no acertaban a decir su nombre.

En cualquier caso, son tiempos para ser prudente.