Es cierto que las cosas están cambiando en los últimos días, y que la Comisión Europea, conjuntamente con la cancillera alemana, Angela Merkel, está estudiando una nueva arquitectura para la Unión Europea que retome el camino iniciado con la creación del euro y que quedó inacabado. Es cierto que en el último momento, confiemos en que, -por lo menos siempre ha sido así- Europa sabrá reaccionar, pero también es verdad que los dirigentes europeos no acaban de dar la talla.

Contrariamente a lo que defienden algunos economistas en Catalunya y en el resto de España, que siguen dando la razón a Alemania en todo, (en Catalunya el argumento de fondo es que Alemania no hace otra cosa que lo que tendría que hacer Catalunya respecto a España –paga mucho y exige a cambio)  la propia Angela Merkel es consciente de que algunas medidas se deberán tomar de forma inexorable. Desde los eurobonos, para mutualizar la deuda, hasta la institucionalización de un ministro de Hacienda, para conseguir una unidad fiscal.

Todo ello debería llevarnos a un cambio en la legitimación democrática. Es decir, no tendría sentido elegir al propio Mariano Rajoy en España si no hemos podido elegir directamente al presidente de la Comisión Europea, al jefe de un ejecutivo europeo, que fiscalizará las cuentas nacionales. Y eso se acabará reclamando y llegará. Esperemos.

Pero es verdad que, en muchas ocasiones, los analistas, los propios economistas, se olvidan de las responsabilidades de los políticos. Y no son otras que dar respuesta a sus ciudadanos. Merkel sabe que sus ciudadanos se oponen a más inventos, a más ayudas, al rescate de los bancos españoles, por ejemplo. (Hoy España puede respirar un poco, pese a algunos titulares tremendistas de algunos medios). Hollande comprobará en breve que los ciudadanos franceses quieren soluciones a sus problemas domésticos. Y no decimos nada de los países del Este europeos, que ven todavía muy lejano un gobierno europeo que sea capaz de fiscalizar, sin miramientos, los presupuestos nacionales. Unos países del Este, además, que consideran que Europa les debe mucho, por haber quedado congelados en la historia durante 45 años.

Por ello es muy necesario que todos los dirigentes, primero en cada casa y luego fuera, digan lo que ven, lo que sería necesario y qué pasos van a hacer para lograr sacar a Europa del pozo. Sea Angela Merkel, o François Hollande, o Mario Monti, el tecnócrata italiano, o, por qué no, el propio Mariano Rajoy, lo que necesitamos es que se afronten las cosas para, posteriormente, lograr la legitimidad democrática y que no pase lo que hasta ahora: cada gobierno que se somete a las urnas, pierde.

Un buen análisis, siguiendo este hilo, lo podéis encontrar en este blog, recomendado a su vez por la diputada en el Parlament, Rocio Martínez-Sampere.