La depresión es la tónica que invade a los ciudadanos españoles, que han visto como en muy pocos años se han desmoronado sus ilusiones y el país pasaba de ser admirado por su crecimiento a estar a punto de ser rescatado por las instituciones europeas.
La depresión, además, no ha llegado sólo por una situación económica muy negativa. También se deriva, como apuntaba ayer en un excelente artículo Fernando Garea en El País, de la imposibilidad de que los grandes partidos lleguen a acuerdos, de los escándalos financieros que van surgiendo sin descanso, de la fragilidad de algunas instituciones, como el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Supremo, del constante debate sobre la forma del Estado y las acusaciones periódicas a la supuesta falta de responsabilidad de las comunidades autónomas…
Pero, aunque se deban reconocer los errores, las acusaciones externas hacen mucho más daño si obedecen, como en tantas ocasiones, a simplismos o a tópicos. En una crisis económica sin precedentes, no originada en España por la deuda pública –la deuda era sólo del 40% en el 2008- el papel de la Unión Europea es determinante. Y es Alemania el principal actor, el que está agravando la situación -no puede ser que se financie prácticamente en negativo a costa de la deuda española o italiana. Por eso puede inquietar todavía más algunas informaciones.
El rotativo Süddeutsche Zeitung asegura que España lleva 500 años de ocasiones perdidas, y muestra al país incapaz de ingresar en la modernidad, descalificando las últimas décadas, que sirvieron, según el diario de Munich, para aparentar esa modernidad, pero no para conseguirla realmente. Utiliza un ensayo de Juan Goytisolo de 1969, bajo el título de España y los españoles, para repasar la historia del país, criticando el papel de la Inquisición, y al hidalgo cristiano que aborrecía el trabajo. “El pensamiento de campanario impide a los castellanos o andaluces que se les pegue algo de los productivos vascos o catalanes”, asegura el diario alemán.
España, al margen los errores, no puede ser analizada todavía con ese prisma. De la misma manera que no se puede analizar a los alemanes con las clásicas ideas preconcebidas.
Rosa Sala Rose, germanista, ensayista y escritora, autora de un magnífico blog, suele comentar la falta de conocimiento de los alemanes de la realidad de otros países como España. No únicamente del ciudadano medio, sino también del profesor y del profesional alemán. Es, seguramente, esa falta de conocimiento mutuo lo que ahora impide a Europa actuar como un solo hombre -algo, curiosamente, muy interiorizado por los alemanes- para consolidar el camino trazado con el euro y establecer instituciones solidarias –una unión fiscal, eurobonos- que refuercen a todos los miembros de la UE.
¿Será posible?