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Las primeras medidas del gobierno español de Mariano Rajoy están causando un clima de cierta confianza entre los empresarios españoles. El tejido empresarial catalán, en concreto, sigue muy de cerca la revolución que afronta el sistema financiero y la reforma laboral. Aunque se admite, en distintas reuniones informales, que cuando el PP estaba en la oposición debería haber ayudado al PSOE, ahora se valora especialmente que las segundas y terceras filas del PP, desde los secretarios de estado hasta los directores generales o los diputados, están más preparados que los socialistas. Pero surge una duda. Los cambios económicos que está abordando el PP tienen un carácter claro: se pretende racionalizar, evitar duplicidades de las administraciones públicas, reforzar, en definitiva, una cierta idea de Estado. Y las autonomías podrían desdibujarse. Cautela, por si afecta a Cataluña, pero aplauso, en general, porque es lo que toca para sacar adelante la economía española.